Paisajes Posibles

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Paisajes Posibles

paisaje

Del fr. paysage, der. de pays ‘territorio rural’, ‘país’.

  1. m. Parte de un territorio que puede ser observada desde un determinado lugar.
  2. m. Espacio natural admirable por su aspecto artístico.
  3. m. Pintura o dibujo que representa un paisaje(‖ espacio natural admirable).

 

Paisajes Posibles es una exploración del paisaje a través de la técnica del bordado. Esta exploración es al mismo tiempo subjetiva y formal, dos niveles que se entrecruzan en cada puntada. Es que el paisaje, como su definición indica, necesita ser observado para existir. No existe por sí mismo sino que es construido en la mirada y por la persona que mira. El paisaje, entonces, es siempre subjetivo e incluye ideas acerca de qué es lo que merece ser admirado, qué es lo natural, qué recuerdos conlleva. La muestra juega con esta interioridad y presenta formas que cada persona recompondrá desde su experiencia. Son, de esta manera, paisajes posibles.

Estos paisajes son posibles de una manera personal y también colectiva. Parafraseando a Nicanor Parra, Chile es, más que un país, un paisaje. Pero ¿qué tipo de identidad se construye con un paisaje como referente? Esta pregunta resuena a través de la historia de la pintura chilena, interrogada en el trabajo de pintores como Juan Francisco González, Valenzuela Llanos, o Celia Castro, entre tantos otros. De esta manera, el paisaje no sólo reside en la memoria, pero crea también realidad. Es, entonces, una memoria del futuro, memoria que se vuelve especialmente relevante en medio de las transformaciones rápidas y dramáticas del paisaje producto de la crisis climática. De manera silenciosa, Paisajes Posibles entrelaza urgencia y contemplación.

Formalmente, el tipo de bordado que Marian Salamovich utiliza determina la exploración de Paisajes Posibles de tres maneras. En primer lugar, este bordado introduce la evidencia del tiempo en la obra. La mirada cercana descubrirá no sólo la materialidad de cada puntada pero su duración, invitando así a la actitud contemplativa de la obra y del paisaje. En segundo lugar, en esta técnica no hay colores puros sino una suma de fibras coloreadas a mano por la artista, incitando a una reflexión sobre la naturaleza óptica del color. Como fue explorado por los pintores impresionistas, la descomposición del color desestabiliza la realidad de la representación y revela su artificio, llamando a transitar la tensión entre mímesis y diferencia. Es el conjunto de puntos, de todas las puntadas en este trabajo minucioso y consciente, el que invita al espectador a hacer este paisaje posible. Finalmente, la exploración a través del bordado pone en cuestión las ideas de interior y exterior, de público y de privado. El paisaje, el afuera por definición, es recorrido con una técnica que habla de su opuesto, del adentro. ¿Dónde está, realmente, eso que estamos viendo?

Movilizar las distinciones entre el afuera y el adentro, entre lo público y lo privado, es uno de los objetivos principales de Paisajes Posibles. El solo hecho de exponer bordados en un espacio artístico desestabiliza la distinción entre arte y artesanía, entre artes menores y mayores. Más que un llamado a reconocer al bordado dentro de las bellas artes, Paisajes Posibles es una reflexión creativa acerca de la naturalización e historia de esas distinciones. Aunque el bordado ha sido reivindicado por diversas vanguardias artísticas, su estatus es generalmente precario y sujeto a suspicacia. La obra de Salamovich pone sobre la tela esas tensiones, cuestionándolas: entre el afuera del objeto y la interioridad del sujeto, entre la figura del pintor de caballete y la de la bordadora, entre un tópico mayor (el paisaje) y una técnica menor (el bordado). A través de un conjunto de pequeñas ventanas, Paisajes Posibles nos invita a ver, con ojos nuevos, cómo miramos.